Ben Cho Shey

Xosé Ramón Fernández Oxea

Xosé Ramón Fernández Oxea nació en la ciudad de las Burgas el 5 de abril de 1896.
A sus 19 años, Xosé Ramón consigue acabar sus estudios en la Escuela Normal de su ciudad con el premio extraordinario. Tras conseguir superar la oposición se decide a realizar los estudios de Arte y Arqueología, gracias a una pensión que obtiene del Estado, para efectuarlos en Francia y Bélgica. Desde muy joven se inició en la tarea de escribir artículos en prensa bajo algún seudónimo, como fue el caso del de Xan Fandiño.

El 12 de septiembre de 1921 es destinado a Melilla como parte del contingente de tropas del ejército español que luchaba en África contra Marruecos. Tan sólo unos meses más tarde, el 5 de enero de 1922, comienza a escribir sus primeras crónicas para el periódico La Zarpa de Ourense, que dirigía el cura agrarista Basilio Álvarez, en esta ocasión bajo el seudónimo por el que será conocido el resto de su vida: Ben-Cho-Shey. Su nuevo camino lo emprendió tras ver como se difundían noticias erróneas o falsas sobre la guerra en los diarios de la época. Con su seudónimo trataba de esconder la pertenencia al ejército español y confundir a sus lectores a pensar que era un nombre árabe. El impacto fue tal que sus artículos acabaron siendo reproducidos por casi todos los periódicos gallegos, llegando, incluso, a hacerlo El Socialista de Madrid. La publicación en este último atrajo la mitrada de sus jefes que lo expedientaron y le hicieron un juicio sumario.

Una vez hubo abandonado del ejército, emprendió su carrera de maestro. Su primer destino fue el puerto de Cariño.

Tras dejar Cariño, su siguiente destino fue la localidad de Sta. Marta de Moreiras Moreiras (O Pereiro de Aguiar, Ourense), en donde emprendió una investigación etnográfica, que acabó recogiendo en su obra Santa Marta de Moreiras. Monografía dunha parroquia ourensá, que no sería publicado hasta 1969.

En 1935, el Ministerio de Educación lo nombró inspector de primera enseñanza en Lugo. Y al año siguiente será proclamado presidente del Partido Galeguista en esa misma provincia, algo que obrará en su contra, ya que con la llegada de la Guerra Civil y debido a sus ideas galleguistas, será desterrado a Cáceres. Serán 14 años los que deba pasar en su nuevo destino profesional antes de poder obtener una nueva plaza. Esta le llegó a sus 54 años, cuando se marchó para Madrid. En la capital volverá a trabajar a favor de la literatura y cultura de Galicia gracias al contacto que mantuvo con otros autores, con los que acabó creando una agrupación literaria de jóvenes universitarios a la que denominaron Grupo Castelao, que estuvo presidida Ramón Cabanillas. Después pasó a formar parte de la agrupación Brais Pinto, que también acogía a Bernardino Graña, Bautista Álvarez, Reimundo Patiño, Herminio Barreiro y Méndez Ferrín. Finalmente, se asoció con otros conocidos galleguista en el Club de Amigos de la Unesco, como fueron Lois Diéguez, Vicente Vázquez Diéguez, Pilar Allegue o Xohan Soto. Finalmente, su último destino fue Toledo.

A lo largo de su vida fue un intenso articulista que colaboró en importantes revistas con trabajos de todo tipo: arqueológicos, etnográficos, históricos, pedagógicos o heráldicos. En todos ellos defiende a Galicia y a su lengua. Algunas de sus publicaciones más importantes fueron: Andrómenas (1953), Berzas (1953), A ducia do frade (1966), Catón Galego (1969), Santa María de Moreiras (1969), Contos de fiadeiro (1973) y O meu Ourense (inédito). Durante su etapa Cáceres y Toledo, escribió Costumbres cacereñas, Carnavales en Extremadura y Geografía popular toledana.

Fue miembro de varias academias e instituciones de España, Portugal, Brasil y Argentina, entre las que se encuentran la Real Academia Galega, la Real Academia de Historia, el Instituto de Coimbra, la Sociedad de Geografía de Lisboa, el Club Internacional de Folklore de Brasil y la Asociación Española de Etnologia y Folklore.

De Xosé Ramòn Fernández Oxea escribió el gallego universal Camilo José Cela que este era “un gallego en cuyo espejo deberíamos mirarnos todos los gallegos ya que, en su superficie bruñida por la sabiduría y los años, se reflejaron siempre las mejores razones de amor hacia nuestra tierra y nuestra vapuleada y siempre confusa historia”
Compartir