PADRE FEIJÓO

Benito Gerónimo Feijoo e Montenegro

El pueblo de Casdemiro, en la parroquia de Sta. María de Melias, vio nacer a uno de los polígrafos más destacados de Galicia y de la Europa de su tiempo. Autor de una obra extensa y renovadora, sus ideas ilustradas y notablemente avanzadas lo llevaron a ser consejero de reyes y forjador del espíritu de su época.

Benito Gerónimo Feijoo y Montenegro nació en Casdemiro (O Pereiro de Aguiar) en 1676. Su juventud transcurrió en las tierras de las riberas del Sil, cursando sus primeros estudios en la ‘Escuela de santidad’ del monasterio de San Esteban.

A los catorce años se traslada al monasterio de Samos, donde es ordenado monje de la Orden Benedictina dos años más tarde, a la edad de dieciséis años. Desde ese momento hasta sus 33 años pasa su vida en los monasterios de Poio y Lérez, próximos a Pontevedra. En este último imparte clases a los futuros monjes, entre los que se encentra su discípulo e igualmente celebre polígrafo Padre Martín Sarmiento. Más tarde se convierte en doctor en Sagrada Teología en la Universidad de Oviedo, ciudad en la que será nombrado Maestro General de la Orden de San Benito y, en dos ocasiones, abad del monasterio de San Vicente. Siendo ya su pensamiento uno de los más influyentes del estado, le ofrecen las abadías de Samos y de San Martin de Madrid, así como un obispado en América, puesto a su disposición por Felipe V en persona, pero sin aceptar ninguna de estas propuestas.

Feijoo alcanza la categoría de hombre de estado al ser nombrado miembro del Consejo de Castilla, consejo real del monarca Felipe VI, quien también prohibió personalmente los ataques y censuras de la Inquisición contra la progresista obra de Feijoo. De esta forma, las opiniones del monje adquieren el valor de ‘palabra del Rey‘. El insigne polígrafo y estadista fallece en el monasterio de San Vicente de Oviedo en marzo de 1764, a los ochenta y siete años de edad.

La extensa obra de Feijoo muestra un carácter ilustrado, incluso un tanto precoz y avanzado para su tiempo, así como también pedagógico, divulgador, práctico y enciclopedista, abarcando un vasto campo de saber que va desde la filosofía y la medicina, pasando por la economía, hasta el derecho y la política.

La sagacidad, lucidez e intuición de los numerosos volúmenes de sus «Theatro Crítico Universal» y sus «Cartas eruditas y curiosas» le valieron el reconocimiento unánime y la admiración de sus contemporáneos. Por todo ello, no cabe la menor duda de que el Padre Feijoo fue un preclaro hombre de avanzado progresismo, forjador del espirito de su época y precursor de la Ilustración de Europa.